Preparación:
Mezcla los ingredientes secos:
En un recipiente, coloca la leche en polvo y el azúcar.
Agrega el agua caliente:
Añade poco a poco el agua caliente a la mezcla de leche en polvo y azúcar. Mezcla bien hasta disolver el azúcar y la leche en polvo. Se formará una mezcla espesa.
Añade la mantequilla y la vainilla (opcional):
Si deseas una leche condensada más cremosa, agrega la mantequilla y la esencia de vainilla. Revuelve hasta que la mantequilla se derrita por completo y la mezcla quede suave.
Procesa para mayor suavidad:
Si tienes licuadora o procesador, licúa la mezcla unos segundos para hacerla más homogénea y suave.
Deja enfriar:
Deja que la leche condensada casera se enfríe completamente antes de usarla. Al enfriar, espesará un poco más.
Almacenaje:
Guarda la leche condensada en un frasco hermético o recipiente de vidrio en el refrigerador hasta por 1 semana. Para una consistencia más espesa, cocina a fuego lento unos minutos removiendo constantemente para evitar que se queme.
Consejos:
Si prefieres un sabor más suave, reduce la cantidad de azúcar a tu gusto.
Usa esta leche condensada para hacer helados, rellenar pasteles, agregar al café o preparar postres como flan o tres leches.
¡Y listo!
Ahora tienes tu leche condensada casera para disfrutar en tus recetas favoritas. ¡Es tan fácil y deliciosa que nunca más necesitarás comprarla en la tienda!
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